viernes, 5 de octubre de 2007

Él

Me puse a caminar pensando en aquel que habia dejado atrás, aquella piel cálida y perfumada, extraña y suave.
De alguna manera, sin querer, algo de mi piel había quedado con él, pude verlo al deslizarme suavemente desde su abrazo hacia un extremo de la cama sobre la que dormía.
Aún despúes de cerrar la puerta de la habitación seguían turbandome sus caricias, aquel desconocido ritual realizado sobre mi piel. Oleadas de calor nublaban mis pensamientos y mis ojos.
La brisa que golpeaba ligera mi rostro evocaba sus besos, su lengua quemante recorriendo mi cuello.
Me deslize por una callejuela y desaparecí tras la otra puerta que había de cruzar.

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